viernes, 29 de julio de 2011

1890. Un punto de inflexión en la historia de Canarias

A partir de la década de 1890, una vez superada la grave crisis de la cochinilla, se inicia una nueva etapa. Varios son los parámetros, el principal, el desafío que supone la expansión ultramarina y colonial europea para Canarias. La sociedad canaria se incorporará en diferentes fases al nuevo modo económico. Las dos primeras en aproximarse son las capitales de las denominadas islas mayores: Las Palmas de Gran Canaria y Santa Cruz de Tenerife. Durante toda esta última década del XIX se experimentará un "ensayo productivo y ajuste interno al modelo", según mantiene O. Brito.
Siguiendo el censo poblacional de 1887, sólo tres años antes del período a estudiar, observamos un cierto estancamiento poblacional, con un incremento de 14.739 habitantes, menor en más del 50% al experimentado en la década anterior. La crisis de la cochinilla en los mercados internacionales explica este hecho. Vicente Rosselló expresa en un trabajo, presentado al XXI Congreso Geográfico Internacional, celebrado en 1968 en la India, titulado Dinámica de la población en Canarias Orientales; que a pesar de estas cifras, la elevada natalidad, superior al 30 por 1.000, y un índice de mortalidad inferior al 20 por 1.000, Canarias se sitúa entre 1870-1899 entre las regiones de mayor crecimiento poblacional de España. Este aumento del número de habitantes no es homogéneo, existen diferentes dinámicas poblacionales en cada isla, y dentro de las mismas. Como ejemplo  ponemos las del grupo oriental, donde la primera cifra indica la población de 1877, la segunda de 1887 y la tercera 1897. Gran Canaria: 90.184-93.655-114.101; Lanzarote: 17.517-16.329-17.299; Fuerteventura: 11.609-10.041-11.106.


Importantes cambios socio-económicos 
Estos datos evidencian que el crecimiento demográfico expresado en las estadísticas poblacionales responde más al caso de Gran Canaria. Convirtiéndose incluso Las Palmas de Gran Canaria en foco de atracción de los inmigrantes de Lanzarote y Fuerteventura. Así observamos un comportamiento muy peculiar en Gran Canaria, esta isla incrementa su población gracias al aumento de la natalidad y disminución de la mortalidad, pero además recibe un importante número de inmigrantes. Esto sucede sobre todo durante el auge de la cochinilla a partir de la década de 1850 hasta 1870. Luego vendrá la crisis, la inmigración es menor, mejorándose incluso las tasas de natalidad y mortalidad; en cambio la emigración americana, siempre presente, aumenta su intensidad.
Sin lugar a dudas 1890 representa un cambio sustancial de las estructuras socio-económicas canarias. A partir de esta fecha la capital de Gran Canaria experimentará un crecimiento acelerado, de los 19.119 pasará, en apenas diez años, a los 44.517. Ello no indica crecimiento poblacional cerrado, sino que está motivado por una nueva distribución demográfica, entran en acción las migraciones ya citadas desde las islas menores a Gran Canaria, además de otras campo-ciudad.
El Puerto, principal causa del nuevo desarrollo económico, no solucionaba todas las espectativas de quienes atraídos por él acudían a residir en sus proximidades. Para muchos significó una puerta siempre abierta para la emigración. Ningún desarrollo sería efectivo en Canarias mientras la población sufriera un analfabetismo superior al 83% y salarios de miseria propios de las sociedades capitalistas del siglo XIX. Canarias estaba entrando en la órbita colonial de las grandes potencias europeas, se convertía en base de aprovisionamiento, en una economía dependiente llena de supuestas mejoras, pero sin que los estómagos de la población tuvieran gran certeza de su existencia.


Inmediata rentabilidad del Puerto
El oportunismo de construir el Puerto de La Luz es indudable. Invirtiéndose cuando azotaba con fuerza la crisis de la cochinilla. Fue sin duda éste uno de los elementos que impulsó a tal obra. Era la única salida a aquella aspiración de Las Palmas de Gran Canaria. Su construcción se dilataría durante veinte años (26 febrero 1883-5 septiembre 1903), la causa era simple. La Real Orden de 28 de abril de 1882 anunciaba la subasta de las obras, y en ella se especificaba una limitación presupuestaria anual. Los británicos se encargaron de aportar su tecnología para la construcción. Era evidente su interés en el uso de las nuevas instalaciones portuarias. Había sido una batalla ganada por los ingleses en la particular guerra de rivalidad comercial anglo-germana. Hasta 1869 Alemania suministraba el 1,5% de las mercancías a Canarias, en 1890 la cifra se elevaba al 12 por ciento. Gran Bretaña había pasado en el mismo período de tiempo desde el 24,5 al 50%
La realidad demostró con rapidez que aquella obra era muy rentable. En el período 1883-90, siguiendo a Francisco Quintana Navarro, el número de vapores y tonelaje de arqueo se multiplicaron por seis; era la fase de impulso inicial. Aquí nuevamente 1890 se nos presenta como un punto de inflexión determinante en las estadísticas del tráfico portuario, significando el inicio del "crecimiento sostenido". Esta década final del XIX va unida además al plátano. Es cierto que algunas fuentes hablan del conocimiento de este fruto en épocas tempranas, próximas a la Conquista, pero resulta evidente que el cultivo comercial comienza en 1880. Serán algunos frutales y hortalizas los encargados de sustituir a la cochinilla en las exportaciones canarias: plátanos, tomates, papas, naranjas, cebollas. Sin embargo, la prensa isleña estaba más interesada en aquella crisis de la cochinilla y en erróneos sustitutos: caña, tabaco o cebollas. Serán los británicos los que despierten el interés por las nuevas producciones del campo canario, destacando de todas ellas el plátano.


El leonismo, expresión del nuevo poder burgués
No sólo actuaban en Canarias intereses económicos, junto a ellos andaban los políticos, y unido a éstos la figura de Fernando León y Castillo, líder del Partido Liberal Canario. Será éste el dominador de la política isleña a partir de la década de 1880. Al tiempo se producía la práctica descomposición del republicanismo, lleno de fuertes contradicciones, no presentando alternativas a las masas sociales más necesitadas. El Partido Liberal asegura las aspiraciones de la burguesía, sobretodo de las Canarias Orientales. Ello contradecía lo que ocurría a nivel nacional, donde el bipartismo había pactado la alternancia en el gobierno de los conservadores y los liberales. En Canarias los conservadores no lograban el respaldo de las urnas. La presencia de los seguidores de León y Castillo era cada vez más fuerte, tomando casi todas las riendas del poder local, con especial fuerza en las Canarias Orientales.
La falta de debate político con otros partidos durante estos años de la Restauración convierte en más interesante los conflictos desatados en el propio seno del Partido Liberal entre los hermanos Juan y Fernando León y Castillo. Pero es superada, y durante todos los años finales del siglo XIX, las candidaturas oficiales del partido eran presentadas en El Liberal, primero, y a partir de diciembre de 1893 en el Diario de Las Palmas. Estos medios debían influir para asegurar la elección de las candidaturas liberales, o "leonistas". Por eso escribe la historiadora Teresa Noreña: "De hecho, son muy pocos los casos en que alguno de los candidatos presentados es derrotado".
Bernardo Chevilly publicaba en La Prensa, diario de Santa Cruz de Tenerife, a finales del XIX, unos extensos artículos sobre la "Juventud Republicana del año 1890". En ellos se hablaba del "leonismo". Desde Tenerife algunos sectores acusaban a Fernando León y Castillo de defender sobre las demás islas, los intereses de Gran Canaria. El dominio ejercido en todos los aspectos de la vida política local del archipiélago era patente, escapando de su control pocas cosas.
"En aquellos tiempos de vergonzosa tutela para esta isla que siguieron a la restauración borbónica, y en los cuales se impuso por modo descarado y vejatorio la voluntad omnímoda de los adictos a don Fernando de León y Castillo, los republicanos tinerfeños viéronse forzosamente obligados por imperativo de su patriotismo, a pactar una alianza (contubernio repugnante, se le llamó por los leoninos) con el partido conservador, formando bloque de valiosos elementos de defensa de los derechos menoscabados de Tenerife. Esta inteligencia entre republicanos y monárquicos llevó su representación a la Diputación provincial, donde el leonismo contaba con una mayoría formada con sus diputados y con los de Tenerife que seguían la política del cacique (...)."


Muere el viejo republicanismo, el nuevo no había nacido
Incluso el diario La Opinión de Tenerife llegó a afirmar que en Canarias sólo existían dos partidos políticos diferenciados: los partidarios de León y Castillo y los enemigos de su política. Sin duda tales afirmaciones las vertía el Partido Conservador. El resto estaban en minoría, por ello es extraño que unido a la descomposición del republicanismo en las islas, se funde en 1890 la Sociedad Juventud Republicana, siendo su primer presidente Fernando Martínez y Gil-Roldán. Sólo una minoría apoyaría estas ideas en la vecina isla de Tenerife. En Gran Canaria éste era prácticamente inexistente, aún quedaban algunos años para que entrara en la escena política grancanaria el republicano Franchy y Roca. Los republicano-federales lo propondrán en las elecciones de 1905, significando un sustancial cambio en la política local de Gran Canaria, pero esto no será analizado en el presente trabajo, pues sale del marco cronológico del mismo.
La política era simplemente la traducción de lo ocurrido en la sociedad isleña. El auge de Las Palmas de Gran Canaria, frente al declive o estancamiento del movimiento portuario de Santa Cruz de Tenerife. La culminación del proceso había llegado en 1887, cuando por primera vez el Puerto de La Luz supera al de Santa Cruz. La burguesía de Gran Canaria identificó rápidamente a León y Castillo con la nueva situación, y el político y sus seguidores apoyaron con ímpetu esta idea. El Liberal reproducía el 20 de junio de 1890 un artículo publicado en The Journal of Comerce. En él se habla de las ventajas que ofrece el nuevo Puerto de La Luz: "(...) Seis años ha, Las Palmas, primera ciudad de la isla principal del archipiélago canario, era, comercialmente hablando, un punto insignificante del mapa, un lugar inadvertido entre los diferentes puntos del Globo. (...) no se han necesitado ni seis años para convertir aquella pobre bahía, donde no tocaba más que uno o dos vapores por semana, en un magnífico y abrigado puerto donde ahora entran de 120 a 130 vapores al mes para proveerse de carbón y víveres. (...) En punto a víveres podemos asegurar sin temor a equivocarnos que en ningún punto del Globo se compran verduras de toda clase y carnes frescas tan baratas ni tan buenas como en las islas Canarias. Con tales ventajas conviene a los grandes vapores de pasaje entrar en un puerto donde obtienen frutos de toda especie por casi el valor que cuesta su conducción, y donde se compran huevos, carnes de vaca y carnero, manteca y hielo aun más baratos que en Inglaterra. En cuanto a todo esto, San Vicente está fuera de la cuestión. (...)".


Propaganda en los principales diarios europeos
Canarias había ganado la batalla de los archipiélagos atlánticos en la escala de buques. El Noticiero de Canaria y Diario de Avisos de Las Palmas citaban entre los años 1884 y 1885 el abandono de muchas compañías de los puertos de San Vicente y Funchal, y especialmente del vecino de Santa Cruz de Tenerife. De ello nos habla Francisco Quintana en Barcos, burgueses y negocios en El Puerto de la Luz. 1883-1913. El principal puerto grancanario aparecía desde su nacimiento en las publicaciones europeas de la mano de algunos canarios: López Llarena, Luis Reina, Revuelta y Valcárcel y Luis Morote. Sus textos fueron traducidos por The Liverpool Journal of ConmerceLe MatinThe FinancierLa GirondeSud AmericaIlustrazione ItalianaThe Commercel and Transport World. Dentro del movimiento marítimo de los principales puerto españoles, Las Palmas ocupaba en 1889, un año antes del despegue definitivo, el séptimo lugar. Había pasado de la inexistencia a encaramarse en los primeros lugares en apenas un lustro, en menos de otro lustro se convertiría en el primer puerto del país.
Llegada la superioridad comercial de la capital de Gran Canaria en el archipiélago, la prensa de la época decide emprender un continua campaña anti-tinerfeña, en respuesta a los fundados temores que desde aquella isla se tenía. Esto estuvo acompañado de una gran proliferación de folletos pro-divisionistas. Era simplemente la reacción de la burguesía ante sus intereses. En una reactivación económica derivada de la progresiva presencia e iniciativas británicas. En 1890 la burguesía grancanaria y del archipiélago en general no está preparada para el reto que supone abastecer a las flotas coloniales europeas en sus travesías hacia África, o las cada vez más numerosas travesías transoceánicas. Por ello se irá dotando poco a poco de los necesarios instrumentos económicos, adecuando paulatinamente los sociales. Se conformará una importante masa asalariada en los puertos (carbón, carga y descarga de mercancías, aguada a los buques, ...), dependiente en gran medida de las casas extranjeras. De otro, el campo se irá poblando de un proletariado campesino, surgido por la expansión de los grandes monocultivos que se inician en estos años y que perdurarán hasta nuestros días. La producción frutera disfrutó originalmente de un período de crecimiento garantizado por la ausencia de rivales dignos de consideración. Sin duda fue una espectacular respuesta a la crisis de la cochinilla, pero la competencia económica se tradujo en mayores pretensiones políticas, y un fuerte cambio en las luchas, ahora no por la capitalidad, sino por la división provincial. Eran los tiempos en los que se hablaba de los patriotismos tinerfeños y grancanarios, de sus propios héroes.